21 febrero, 2012

Wert para creer


Nos referimos a José Ignacio Wert. El flamante nuevo ministro del gobierno Rajoy, que está marcando el record de exhibicionismo y desvergüenza del nuevo ejecutivo.

¿Qué méritos tiene este extertuliano para ser ministro? ¿Por qué se ha ganado la fama de centrista antes de llegar al cargo? ¿Por qué ha entrado en el Ministerio como elefante en cacharrería?

No puedo entender cómo este tipo ha llegado a ser ministro. O mejor dicho, sólo puedo entenderlo por una razón: Es el ministro-experimento. Rajoy le está utilizando para centrar la atención en su área y despistar al personal en los temas económicos. Y también para probar (él tal Wert, que es un cursi y un pedante, diría testar) el rechazo de ciertas decisiones entre la ciudadanía. Le está quemando a conciencia, sabiendo que le sustituirá, pero que de momento le está sirviendo para ver cómo responde la opinión pública.


Nada más estrenar el cargo, sale diciendo que cambia el plan de estudios y que se carga Educación para la Ciudadanía. Todo porque es una asignatura adoctrinadora. Y para probarlo, miente y pone un ejemplo de un libro que no es de texto y por lo tanto no se da en esa asignatura. Otro falsario de tres al cuarto.

A los pocos días, decide por artículo 33 y para hacerse notar –no puedo encontrar otra explicación—, cambia los temarios de las oposiciones de profesores, cuando llevaban cuatro meses estudiándolo y para exámenes que se van a hacer en junio de este año. Total, los opositores han perdido cuatro meses de estudiar un temario que no les vale y además deben comprar el nuevo que cuesta unos 300 euros. ¡Magnífica decisión! Se ve que no podía esperar hasta que pasaran las próximas oposiciones.

Unos días después, con el tema de los teleñecos del Canal Plus Francia, decide llamar xenófobos a los franceses, ante la crítica ácida que hacen a la superioridad deportiva española, dando a entender que es por que se drogan –tema Contador. Bueno, pues a los dos días el “buen hombre” dice que en España hay un problema con el dopaje. Una coherencia total.

En una entrevista el ministro habla de que las universidades más importantes son las más mercantilizadas. Las que son totalmente privadas. O sea que ya sabemos a dónde va a ir el dinero de nuestro impuestos para la educación universitaria.

Y ahora, resulta que ha decidido cambiar el sistema de asignación de becas. En vez de otorgarlas por los ingresos familiares, el nuevo criterio será el rendimiento de los alumnos y no la renta. 

Vista la situación económica boyante de la que disfruta nuestro país, lo lógico es pensar que las becas para los pobres no valen la pena. Es gente que en este mundo plutocrático y de medradores no tiene lugar. Los pobres bastante tienen con ser pobres, sólo faltaría que quisieran estudiar. Porque, ¿quién desempeñaría los trabajos mal remunerados y de baja calificación? Salvo que sean unos lumbreras, mejor que trabajen. ¿Trabajar? Era una broma, mejor que se apunten al paro.

No me dirán que el señor ministro ha perdido el tiempo. ¿Hay quién dé más por menos? Ha tomado varias decisiones en mes y medio y todas conflictivas. Y en alguna, mintiendo miserablemente.

Este es el ejemplo de ministro moderado, de centro, que nos han colocado. ¿Puede hacer más daño un ministro en menos tiempo? 

¡Wert para creer!

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